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28-09-2017 |
¿Movimientos políticos sin carácter de clase?
Rolando Astarita
En el curso de los debates (en el blog) sobre el nacionalismo catalán, surgió la cuestión de su naturaleza de clase. Varios defensores del nacionalismo insinuaron que el movimiento independentista no tiene un carácter de clase definido; que es “popular”, ya que “son las masas” las que han salido a la calle.
Mi postura, en cambio, es que tiene un carácter de clase, que está definido por la estrategia y las direcciones de las organizaciones políticas que lo conducen. En otros términos, la composición social del movimiento político no es lo decisivo para su caracterización de clase . Es que si fuera por la composición social, cualquier partido con base obrera podría ser considerado entonces un partido obrero. Por caso, el Partido Justicialista en Argentina sería (o habría sido) un partido obrero. Sin embargo, el PJ fue siempre un partido burgués. ¿Por qué? Pues por su dirección, programa y política. Este es el criterio que también aplicaba Lenin. Por ejemplo, sobre el Partido Laborista de Gran Bretaña, Lenin negó que fuese la expresión política de los trabajadores organizados en los sindicatos, a pesar de que agrupaba a la mayoría de esos trabajadores. Escribió:
“Por supuesto, la mayor parte de los miembros del Partido Laborista son trabajadores. De todas maneras, si el partido es o no realmente un partido de los trabajadores no depende solo de la membresía de los obreros, sino también de la gente que lo dirige y del contenido de sus acciones y tácticas políticas . Solo estas últimas determinan si realmente tenemos delante nuestro un partido político del proletariado. Visto desde este punto de vista, el único correcto, el Partido Laborista es un partido totalmente burgués, porque, aunque está conformado por trabajadores, es dirigido por reaccionarios, y de la peor especie de ellos, los que actúan en el espíritu de la burguesía. Es una organización de la burguesía que existe para engañar sistemáticamente a los trabajadores con la ayuda de los Noskes y Scheidemanns (dirigentes del ala derecha de la socialdemocracia alemana) británicos” (“Speech On Affiliation To The British Labour Party Second Congress of the Communist International”, 6 agosto 1920; énfasis añadido).
Con el mismo criterio los marxistas han caracterizado revoluciones y otros movimientos políticos y sociales. Lo decisivo para definir su contenido de clase siempre fueron sus programas y direcciones. Por ejemplo, Marx y Engels caracterizaron la Revolución parisina de 1848 como una revolución burguesa , a pesar de su amplia base popular. De la misma manera, Lenin caracterizó la Revolución de febrero de 1917 como una revolución burguesa , a pesar de que los obreros y soldados fueron los actores decisivos de la lucha. Siempre el criterio decisivo es qué programa y qué dirección se imponen.
La importancia política de la caracterización correcta
Es difícil exagerar la importancia política de lo anterior. Es que las cuestiones tácticas son importantes, pero deben ser adoptadas en el marco de la caracterización correcta. Y esta debe formularse pública y abiertamente. Es el paso elemental y primero en la pelea por la independencia de clase .
Dicho en otros términos, una de las formas de fomentar la colaboración de clases es disimular el carácter de clase de organizaciones políticas burguesas o pequeño-burguesas. Lo mismo se aplica a movilizaciones o revoluciones. Por eso, los reformistas pequeño-burgueses, los conciliadores, los nacionalistas más o menos izquierdistas, siempre tienden a presentar a movimientos políticos de masas como si fueran a-clasistas, o de naturaleza de clase indefinida. Es la forma de apoyar, de hecho, programas y estrategias burguesas o pequeño-burguesas. Se trata de oportunismo, y de la peor especie. En el fondo, son conscientes de que si explicaran a los trabajadores el carácter de clase de esos movimientos o partidos, introducirían una cuña en el “frente de unidad nacional” que tanto aman. Y no podrían seguir embelleciéndolo; esto es, no podrían seguir vendiendo “espejitos de colores”.
Volviendo ahora al independentismo catalán, entre las formaciones políticas que han orientado el movimiento están Convergencia Democrática, Esquerra Republicana, Demócrats de Catalunya, Asociación de Municipios por la Independencia, Asamblea Nacional Catalana, Solidaritat Catalana per la Independencia, Reagrupament, Catalunya Sí y Catalunya Acció. Todas son formaciones burguesas o pequeño burguesas (o una combinación) por sus programas, direcciones, estrategias . A lo anterior sumemos la CUP, que tiene un programa pequeño burgués reformista, más o menos radical.
Subrayo, no es casual que los nacionalistas de izquierda se hagan los distraídos sobre el carácter de clase de la dirección del movimiento nacional. Lo cual se combina con su negativa a decir, también abierta y públicamente, que la independencia de Catalunya no disminuirá un milímetro la explotación de la clase obrera catalana. El primer silencio abona el terreno para el segundo silencio.
El espontaneísmo
Por último, digamos que no hablar del carácter de clase de movimientos, revoluciones, partidos, etcétera, alimenta todo tipo de ilusiones en el espontaneísmo . En este punto la idea dominante es que, dado que el movimiento, partido, organización, etcétera, no tiene un carácter definido, los revolucionarios solo deben presentarse como los más consecuentes luchadores por los objetivos “populares”, para ganar a las masas al programa socialista. La misma ilusión alimentó los infinitos entrismos realizados (no solo por trotskistas) a partidos y movimientos de masas. Típicamente, se piensa que las masas espontáneamente se inclinan hacia la izquierda y la movilización, y que por eso entrarán, tarde o temprano, en contradicción con las políticas “traidoras” de sus direcciones. Por eso, si la gente se moviliza detrás de banderas nacionales, el revolucionario intentará presentarse como el nacionalista más consecuente, en la esperanza de que, cuando las bases (que nunca han comprendido bien de qué iba la cosa) se vean defraudadas en sus ardores nacionalistas, adoptarán las consignas revolucionarias. Un agregado clave: para sostener esta táctica a lo largo de décadas, lo importante es no hacer nunca el balance de los repetidos experimentos tácticos.
En cualquier caso, a los ojos de estos revolucionarios “nacionales”, realizar caracterizaciones de clase, y hacerlas públicas, es siempre un estorbo. De ahí también la crítica que nos dirigen a los marxistas: no tenemos que importunar hablando de clases sociales o de explotación, y mucho menos de internacionalismo. Si lo hacemos, somos acusados de “dogmáticos” y “funcionales a la derecha”. En definitiva, la teoría marxista (materialismo histórico incluido, faltaba más) está muy bien para “los días de fiesta”, pero no sirve para “la vida práctica”. Es la “real-politik” llevada al extremo.
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2017/09/27/movimientos-politicos-sin-caracter-de-clase/
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